"Los versos no se han de hacer para decir que se está contento o se está triste,
sino para ser útil al mundo, enseñándole que la naturaleza es hermosa, que la
vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie debe estar triste ni
acobardarse mientras haya libros en las librerías, y luz en el ciclo, y amigos, y
madres. El que tenga penas, lea las Vidas Paralelas de Plutarco, que dan deseos
de ser como aquellos hombres de antes, y mejor, porque ahora la tierra ha vivido
más, y se puede ser hombre de más amor y delicadeza. Antes todo se hacía con
los puños: ahora, la fuerza está en el saber, más que en los puñetazos; aunque es
bueno aprender a defenderse, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y
porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear, para cuando
un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es bueno ser
fuerte de cuerpo; pero para lo demás de la vida, la fuerza está en saber mucho,
como dice Meñique. En los mismos tiempos de Homero, el que ganó por fin el
sitio, y entró en Troya, no fue Ajax el del escudo, ni Aquiles el de la lanza, ni
Diomedes el del carro, sino Ulises, que era el hombre de ingenio, y ponía en paz a
los envidiosos, y pensaba pronto, lo que no les ocurría a los demás".
José Martí. La edad de oro

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