EL GRITO
Somos
aún México, Venezuela, Chile, el azteca-español, el
quechua-español, el araucano-español; pero seremos mañana, cuando
la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un solo dolor y
no más que un anhelo.
Maestro:
enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero.
Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de
convencimiento. Divulga la América, su Bello, su Sarmiento, su
Lastarria, su Martí. No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo
lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez
fatal.
Describe
tu América. Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de
Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América; di cómo
se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla en el
Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia.
Periodista:
Ten la justicia para tu América total. No desprestigies a Nicaragua,
para exaltar a Cuba; ni a Cuba para exaltar la Argentina. Piensa en
que llegará la hora en que seamos uno, y entonces tu siembra de
desprecio o de sarcasmo te morderá en carne propia.
Artista:
Muestra en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza,
de exquisitez y hondura a la par, que tenemos. Exprime a tu Lugones,
a tu Valencia, a tu Darío y a tu Nervo: Cree en nuestra sensibilidad
que puede vibrar como la otra, manar como la otra la gota cristalina
y breve de la obra perfecta.
Industrial:
Ayúdanos tú a vencer, o siquiera a detener la invasión que llaman
inofensiva y que es fatal, de la América rubia que quiere
vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades de sus
maquinarias, sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos
explotar. Instruye a tu obrero, instruye a tus químicos y a tus
ingenieros. Industrial: tú deberías ser el jefe de esta cruzada que
abandonas a los idealistas.
¿Odio
al yankee? ¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa
nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio.
Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos
nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo
que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a
su voluntad y a su opulencia.
Dirijamos
toda la actividad como una flecha hacia este futuro ineludible: la
América Española una, unificada por dos cosas estupendas: la lengua
que le dio Dios y el Dolor que da el Norte.
Nosotros
ensoberbecimos a ese Norte con nuestra inercia; nosotros estamos
creando, con nuestra pereza, su opulencia; nosotros le estamos
haciendo aparecer, con nuestros odios mezquinos, sereno y hasta
justo.
Discutimos
incansablemente, mientras él hace, ejecuta; nos despedazamos,
mientras él se oprime, como una carne joven, se hace duro y
formidable, suelda de vínculos sus estados de mar a mar; hablamos,
alegamos, mientras él siembra, funde, asierra, labra, multiplica,
forja; crea con fuego, tierra, aire, agua; crea minuto a minuto,
educa en su propia fe y se hace por esa fe divino e invencible.
¡América
y sólo América! ¡Qué embriaguez semejante futuro, qué hermosura,
qué reinado vasto para la libertad y las excelencias mayores!
1922.-
Santiago de Chile.
(Revista
de Revistas, México, D. F.)
En: Recados
para América. Textos de Gabriela Mistral. Mario Céspedes,
comp. Santiago de Chile: Revista Pluma y Pincel/Instituto de Ciencias
Alejandro Lipschutz., 1978.

0 comentarios:
Publicar un comentario